Ya sabéis que relancé En busca de su destino en formato papel hace un par de meses y de lo especial que es para mí, pero nunca os he hablado de sus personajes, de Kristen y de Scott, dos protagonistas que vienen de mundos diferentes pero con una vocación común que ha marcado su destino.
Kristen proviene de una familia adinerada que ha marcado cada uno de los pasos que ha dado en su vida. Sin la libertad de poder escoger a sus amigos, su trabajo e incluso de quién enamorarse, todo su mundo se viene abajo cuando su mayor deseo se desvanece en un accidente de coche. En ese momento decide que no quiere que vuelvan a dirigir su vida y huye hacia un futuro incierto adoptando una nueva identidad.
En Seattle encuentra su sitio en una clínica para desfavorecidos donde puede ser ella misma sin la presión de su apellido, dónde puede ejercer la medicina en la que cree. Sin embargo, alcanzar sus metas no es como había imaginado y la soledad y la tristeza cada vez le pesan más.
Hasta que aparece Scott, el hijo adoptivo del dueño de la clínica, que vuelve a casa después de cuatro años ejerciendo como médico voluntario en África.
Scott es un hombre sin dobleces, completamente transparente, llano, amable y cariñoso, uno de esos chicos interesantes que de repente dejan de ser invisibles. Quizá por eso es uno de mis hombres favoritos.
La presencia de Kristen en la clínica que ayudó a fundar le llena de dudas e incertidumbres porque, por esas casualidades de la vida, él sabe qué es lo que ella esconde y la lealtad hacia su padre se enfrenta a unos sentimientos indeseados que reviven con fuerza y determinación.
Pero a veces el amor no es suficiente y para volver a amar primero hay que restaurar los pedazos de un corazón roto. Scott no solo debe luchar contra los prejuicios, los secretos y las envidias de los que le rodean, sino también contra el impenetrable muro de contención que rodea a Kristen.
¿La habéis leído? Me encantará saber vuestra opinión (buena o mala, ¿eh?).